Fábula: El maestro y el alacrán.Por años sostuve esta visión en mi vida y en mi realidad...
Estaba un maestro viendo el agua, cuando se dio cuenta de que había un alacrán ahogándose; se dispuso a sacarlo del agua pero al hacerlo, el alacrán le picó la mano. Con el dolor, soltó al animal, cayó de nuevo al agua y empezó a ahogarse otra vez.
Entonces intentó sacarlo de nuevo, con el mismo resultado. Esto se repitió varias veces, hasta que un observador le dijo: ¿Por qué es tan terco? Cada vez que lo saque del agua, el alacrán lo va a picar.
El maestro le respondió: La naturaleza del alacrán es picar... ¿por qué su naturaleza debería cambiar la mía, que es ayudar?
Hoy después de tantos piquetes de haber intentado usar guantes, palos y lo que fuera para salvarlos incluso sin que me picaran, he decidido que ya no es mi interés hacerme fuerte para seguir salvando alacranes.
Cuando apoyas a alguien cuya naturaleza es venenosa, el problema no es de ese alguien; es tuyo por seguir ayudando a quien seguirá lastimando al que se encuentre.
Hay un mundo más allá de la resiliencia, hay un mundo más allá de hacerte fuerte para seguir insistiendo en la transformación de quien no quiere transformarse y se va a quedar en una naturaleza animal.
*Imagen tomada de la web.
Y si nosotros no podemos transformar nuestro síndrome del ayudador, nunca encontraremos nuestra verdadera naturaleza creativa.
Cuando dejamos de insistir en salvar alacranes, viene la conciencia del valor absoluto de quien desde el principio era leal y no ha parado de auto transformarse para sumar con quien sí quiere de este mundo y de sí mismo, su mejor versión.
¿Seguirás sosteniendo tu naturaleza ayudadora de salvar alacranes?
¿Ya estás en disposición para dejar de autosabotearte?
¿Cómo se ve un mundo de gente confiable, entregada y creativa?
A esos no hay que salvarlos, hay que habilitarlos, hay que sumarlos y empoderarles para crecer juntos.
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