El 25 de diciembre, gracias a las tradiciones que han fomentado el nacimiento del Cristo, tenemos una oportunidad energética de recibir la conciencia de la estrella solar que nace en ese espacio humilde del pesebre.
Que no es otra cosa más que sólo una metáfora de la renovación de nuestra conexión fuente en nuestro cuerpo templo humano.
El rayo del invierno se ha asentado y nuestra estrella, tiene la oportunidad de brillar para hacerse notar en el compartir con nuestra familia, nuestros amigos y nuestra comunidad.
Esta estrella se alimenta de la gratitud y del amor que captamos del entorno.
Es nuestra responsabilidad recibirla, alimentarla, cuidarla y abrillantarla durante todo el invierno, para que cuando llegue la primavera, la semilla estelar recibida, pueda florecer y mostrarnos el camino de los proyectos a fortalecer y que enaltecerán nuestra existencia el resto del año.
*Imágenes tomadas de la web
Si perdemos la oportunidad de cuidar de nuestra estrella, sólo volveremos a perder la guía del camino y andaremos rebotando de un lado a otro, buscando qué hacer, a dónde ir, con quién estar; dudando entre atrevernos o no, recibiendo recursos y perdiéndolos rápidamente por no tener un destino claro.
Andaremos buscando que alguien apruebe un brillo que ya no tenemos, que perdimos cuando fuimos banales e ignoramos nuestra parte de cuidado espiritual.
Te invito a cuidar tu estrella y a fortalecer a las estrellas que te rodean.
¡Bendecida Navidad! Y bienvenida tu estrella crística.
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