Cuando podemos, tenemos la elección de querer o no querer.
Cuando no podemos, también tenemos la elección de seguir queriendo o de ya no querer.
Este fin de semana comenzamos a jugar con mi hija a decorar gelatinas artísticas; al principio ella muy emocionada jugando y cuando las gelatinas empezaron a romperse, el liquido de colores salía por todos lados; todo era un mar de gelatina cuajándose, con herramientas llenas de colores combinados; entonces exclamó: -¡Ya no quiero hacer esto!-
La miré y le dije: -Una habilidad se obtiene practicando, ya viste cómo funciona jugando, ahora vamos a hacerlo de nuevo juntas.-
Limpié todo, puse la gelatina para pintar en agua caliente para que estuviera líquida de nuevo, metí sus herramientas en agua caliente para limpiarlas, puse sus creaciones anteriores en el refri y saqué nuevas gelatinas transparentes para pintar.
Me senté a un lado e hice un par (cabe mencionar que yo tendría 15 años sin hacerlo). Lentamente volví a poner mis habilidades en práctica, ella observó, la vio terminada y dijo: -"Mami es hermosa, porque tú eres hermosa."-
Y entonces tomó nuevos bríos, se animó y practicó otro rato con más cuidado de la técnica, con su espacio más limpio y con resultados más armónicos.
Su energía volvía a brillar, eso genera magnetismo; así que su hermano nos escuchó y se paró de jugar videojuegos para acompañarnos. Junto a mi pareja, que también se interesó en ver qué hacíamos, ella, gustosa, se volvió la maestra que decía cómo.
Y aunque fue un breve momento, porque lo de ellos por ahora definitivamente no son las gelatinas, (sólo comérselas), todos pasamos un momento agradable.
Así terminó una tarde, donde la frustración se resolvió con acompañamiento, práctica, constancia, haciendo sonreír a quien decide sostener su querer y desarrollar su poder.
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